Redacción. Madrid
Los ancianos mayores de 65 años que viven en residencias y que toman medicamentos antipsicóticos para la demencia tienen un mayor riesgo de muerte, según sugiere un artículo de investigación publicado en la edición online del 'British Medical Journal'.
Sebastian Schneeweiss, autor del estudio.
|
El estudio de la Harvard Medical School, el más grande llevado a cabo entre los ancianos estadounidenses que viven en residencias, evaluó a 75.445 mayores que vivían en este tipo de centros entre 2001 y 2005 (todos eran mayores de 65 años). Los riesgos de mortalidad se midieron durante seis meses.
La FDA advirtió en 2005 que los fármacos antipsicóticos atípicos se asocian con un mayor riesgo de mortalidad en pacientes ancianos con demencia, pero aún hay preguntas sobre si los riesgos se diferencian por medicamento. Esta advertencia se amplió para incluir los antipsicóticos convencionales en 2008. Los autores informan que, a pesar de estas advertencias, el uso de estos fármacos es probable que continúe debido al “crecimiento continuo de la población con demencia” y la necesidad de algún tipo de intervención.
El estudio evaluó los riesgos de mortalidad asociados con los fármacos antipsicóticos, incluyendo el aripiprazol, haloperidol, olanzapina, quetiapina, risperidona y ziprasidona.
De los 75.445 ancianos, 6.598 murieron durante el estudio por causas no relacionadas con el cáncer. Los pacientes tratados con haloperidol tenían el doble de riesgo de muerte en comparación con los que tomaban risperidona, mientras que los que tomaban quetiapina tenían un riesgo reducido. El efecto del haloperidol fue más fuerte durante los primeros 40 días de tratamiento y no cambiaron después de ajustar la dosis. Casi la mitad de las muertes (49 por ciento) se registraron como trastornos circulatorios, el 10 por ciento como trastornos cerebrales y el 15 por ciento como trastornos respiratorios.
Los autores sugieren que no todos los medicamentos antipsicóticos conlleva el mismo riesgo de muerte en poblaciones de edad avanzada. Llegan a la conclusión, sin embargo, que “los médicos pueden considerar la evidencia en la evaluación para lograr el mejor enfoque para el tratamiento de problemas de conducta”.
|