Eduardo Ortega Socorro. Sevilla
Teresa Molina, directora de la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Andalucía, advierte de que los tiempos de elaboración de los informes de posicionamiento terapéuticos de medicamentos son "excesivamente cortos", dado que tienen que estar terminados en un plazo máximo de tres meses.
Teresa Molina, Federico Plaza y Belén Jiménez.
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Molina avisa de que estos informes no se "pueden hacer a base solo de los expedientes de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) o la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps)", sino que es necesario hacer un análisis en comparación con otros productos en el mercado, "a partir de la literatura ya conocida".
Asimismo, durante su intervención en el seminario 'Diez años de Medicina Personalizada, ¿más cerca del paciente?', organizado por el Instituto Roche en Sevilla, recalca que a día de hoy, a ojos de los evaluadores, "los informes están incompletos sin la información económica", aspecto que ya ha sido criticado también por administraciones regionales y organizaciones profesionales.
¿Qué fue del NICE español?
En cambio, explica que se están llevando a cabo los trabajos correspondientes para introducir a industria y paciente en las evaluaciones y que ya se está trabajando en red con evaluadores franceses e ingleses, dando los primeros pasos hacia una convergencia europea en evaluaciones de medicamentos.
Respecto a la posibilidad de que en España se aborde un sistema de evaluación de fármacos, tomando como modelo el NICE, a pesar de que la idea se ha acariciado en varias ocasiones, "entre las agencias de evaluación de tecnología sanitaria no se ha vuelto a tratar el tema".
La investigación y los sistemas regionales de salud
Por su parte, Belén Jiménez, directora de I+D+i de la Fundación Progreso y Salud, considera fundamental la motivación de los profesionales sanitarios para trabajar en el ámbito de la investigación, y llama a cambios dentro de los marcos normativos de los sistemas regionales de salud para ello, que también deben servir para que el retorno económico de la investigaciones lleguen a las estructuras sanitarias y sus investigadores.
De hecho, considera que la labor investigadora debe estar entre los deberes de los sanitarios, para lo cual reclama modificaciones en la carrera profesional.
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