Redacción. Barcelona
El 22 por ciento de los reclusos en España tiene hepatitis C, de los que un 40 por ciento también está coinfectado con VIH, lo que supone un 10 por ciento del total de la población penitenciaria, según los últimos datos de la Subdirección General de Sanidad Penitenciaria (SGSP). Las cifras han sido reveladas en el Congreso de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP), que se ha celebrado en Barcelona y acoge a numerosos expertos del sector.
Antonio López Burgos, presidente
de la SESP.
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La afectación de los presos es "muy superior" a la de la población general, debido principalmente a que un porcentaje elevado de ellos consume drogas por vía intravenosa, así como por otras vías también asociadas a la transmisión de enfermedades como la hepatitis C y el VIH.
Según ha afirmado el portavoz de los servicios médicos del Centro Penitenciario Fontcalent de Alicante, Pablo Saiz de la Hoya Zamácola, "en las prisiones está muy limitado el tratamiento con los fármacos de acción antiviral directa (AAD), que son los que en la mayoría de las ocasiones están indicados actualmente, debido a la crisis y los recortes".
Esto no ocurre en Cataluña y el País Vasco –únicas comunidades autónomas que han transferido la sanidad penitenciaria a los departamentos de salud–, ni tampoco en Extremadura, que recientemente ha acordado que el tratamiento lo pague el Servicio Extremeño de Salud.
Solo pueden ser tratados en Madrid
La SGSP no permite a los médicos de prisiones prescribir estos fármacos ya que son de uso hospitalario, por lo que los pacientes reclusos únicamente pueden ser tratados en Madrid, controlados por un solo hospital.
"Además de la ingente lista de espera que esto ha provocado, muchos pacientes se niegan a ser trasladados lejos de sus familias y médico habitual, por lo que nunca recibirán el tratamiento adecuado", ha añadido.
El experto ha enfatizado que el correcto diagnóstico y tratamiento de la población penitenciaria en el tratamiento de las enfermedades infecciosas beneficia "a toda la población española, como ya se ha demostrado con el control de otras enfermedades como el VIH y la tuberculosis".
En el congreso también se ha revelado que el 72 por ciento de los pacientes penitenciarios con hepatitis C sufre un trastorno de la personalidad, entre los que predominan el trastorno de la personalidad antisocial, en un 46 por ciento, y el borderline, en un 30 por ciento.
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