Marcos Domínguez. Madrid
Si, antes de la crisis, la estimación de tiempo que tarda un fármaco oncológico en llegar al hospital desde que es evaluado por el Ministerio de Sanidad era de entre 8 y 9 meses, ahora “podemos estar hablando de 15-18 meses”, ha señalado Javier de Castro, especialista del Servicio de Oncología Médica del Hospital de La Paz y uno de los organizadores de la ‘1ª jornada de Debates Farmaco-económicos en Oncología’, donde médicos especialistas y farmacéuticos de hospital han discutido sobre las principales dificultades que tienen las innovaciones para entrar en el mercado.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios aprobó el año pasado 23 nuevos medicamentos oncológicos pero, “aunque los fármacos van llegando, se van introduciendo poco a poco”. Se trata de fármacos “fruto del desarrollo tecnológico más avanzado y son objetos de un alto precio”, por lo que se debe decidir cuándo un fármaco es coste-eficaz.
De Castro señala tres problemas: El primero, que las estimaciones de coste-eficacia no se han realizado en España sino en otros países como Reino Unido y Estados Unidos. El segundo, que saber realmente cuánto cuesta un año de vida ganado entra en el terreno de lo ético. Como se pregunta el profesional sanitario, “¿quién decide cuánto vale el año de vida de una persona?, ¿es lo mismo la vida de una persona en la infancia que la vida de una persona en la vejez?” El tercer punto es que, a pesar de que el fármaco se defina como coste-eficaz, el sistema puede que no sea capaz de soportar económicamente ese gasto. Las barreras de comunidades autónomas y, dentro de ellas, hospitales juegan un papel importante en el acceso a las últimas innovaciones oncológicas.
Aspectos que no se tienen en cuenta
Con respecto al primer problema, el especialista del Servicio de Oncología Médica de La Paz explica que se está haciendo la estimación de coste-eficacia ajustándola a los parámetros españoles, pero se trata de algo que cuesta mucho. Hay muchos aspectos que juegan un papel y no se tienen o no están tipificados. Y aquí De Castro realiza una crítica general, ya que en relación al ahorro el sistema solo se centra en “lo que es realmente tangible, que es el gasto farmacéutico”. “Nadie se ha planteado recortar en otros sistemas en los que podría haber una reducción de costes”.
En este sentido, alude a la responsabilidad conjunta de médicos y farmacéuticos. “Nosotros podemos controlar los costes pero el que lleva el gasto diario es el farmacéutico”, señala, para añadir que “no se trata de estar unos contra otros sino de intentar ver el problema y buscar soluciones”.
“Podemos sentirnos orgullosos del tratamiento del cáncer que se da en España, porque podemos estar al mismo nivel que los países más importantes de nuestro entorno”, explica De Castro, “pero todas estas barreras hacen que se generen situaciones de inequidad en el sistema”. Hay unos vacíos “que estamos sufriendo los profesionales y los propios pacientes”, concluye.
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