Redacción. Madrid
El envenenamiento farmacéutico sigue siendo una lesión común en la infancia, a pesar de los años de esfuerzos en la prevención y en la mejora de las medidas de seguridad en los envases. Más de medio millón de niños menores de cinco años se vieron afectados entre 2001 y 2008, según un estudio realizado en Estados Unidos y publicado en ‘Journal of Pediatrics’.
Randall Bond.
|
Randall Bond y sus colegas del Hospital Infantil de Cincinnati de Estados Unidos han reunido información sobre 544.133 niños menores de cinco años que habían visitado Urgencias debido a envenenamiento por medicación. Los datos se obtuvieron de los casos reportados a la Asociación Americana de Centros de Control de Envenenamientos entre 2001 y 2008. En un intento de encontrar un enfoque para la continuación de los métodos de prevención, los autores han organizado los datos según el tipo de medicamento y si la exposición se debe a que el niño ingirió directamente el medicamento o por un error de dosificación.
“Queríamos saber los medicamentos y las circunstancias de la ingesta que más desembocan en visitas a urgencias u hospitalización”, explica Bond. Los autores encontraron que el 95 por ciento de las visitas fue resultado de la auto-ingestión. Los medicamentos recetados representaron el 55 por ciento de las visitas a Urgencias, el 76 por ciento de los ingresos hospitalarios y el 71 por ciento de las lesiones importantes.
El mayor impacto provino de los medicamentos opioides (por ejemplo, oxicodona, morfina o codeína), sedantes hipnóticos (por ejemplo, los relajantes musculares o pastillas para dormir) y los medicamentos cardiovasculares. “El problema de intoxicación pediátrica en los Estados Unidos es cada vez peor”, añade Bond. En general, hubo un aumento del 22 por ciento en la exposición en los niños de cinco años, si bien el número de niños menores aumento un 8 por ciento durante el período de estudio.
Los autores atribuyen este incremento a una mayor disponibilidad y acceso a los medicamentos en el hogar por parte del niño. También señalan que “los esfuerzos de prevención de los padres y cuidadores por almacenar los medicamentos en armarios cerrados con llave o en lugares altos siguen siendo cruciales. Sin embargo, el mayor beneficio potencial proviene de cambios en el diseño de los envases, que reduzcan la cantidad a la que un niño puede acceder de forma fácil en un episodio de autoingestión, como restrictores de flujo en líquidos”, sugiere.
|