Marcos Domínguez. Gijón
Hay una falta de implicación del farmacéutico de hospital en la gestión de los productos sanitarios de su centro, pese a que la ley le otorga un papel preponderante. “Si no luchamos, otro colectivo puede venir y posicionarse en su selección y gestión”, ha advertido Marisa Gaspar, jefa de Farmacia del Hospital Intermutual de Levante (Valencia).
Mariola Sirvent, Ana Cristina Riestra (Instituto Oftalmológico Fernández-Vega) y Marisa Gaspar.
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Gaspar ha apuntado, durante la celebración del 61 Congreso de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), en Gijón, una “falta de formación específica” y de motivación en el farmacéutico hospitalario “por desconocimiento”.
El Grupo de trabajo de Productos Sanitarios de la SEFH ha elaborado un borrador de propuesta formativa para el futuro nuevo programa de la especialidad, que probablemente esté listo a finales de año.
La farmacéutica ha explicado que “no es habitual que la compra y gestión de productos sanitarios recaiga en el Servicio de Farmacia” en hospitales grandes. En pequeños es más probable, mientras que en la privada el 90 por ciento de las actividades de gestión de estos productos sí recae en estos profesionales.
El farmacéutico en la compra centralizada
Por su parte, Mariola Sirvent, del Servicio de Farmacia de la Clínica Vistahermosa (Alicante), ha destacado la importancia del farmacéutico en la compra centralizada de productos sanitarios al realizar la catalogación, elaborar las descripciones técnicas de los productos y asesorar sobre su uso.
El proceso de catalogación es necesario para realizar una gestión más eficiente y disminuir las duplicidades. El producto sanitario, sostienen las especialistas, requiere un nivel de calidad equiparable al medicamento, pero mientras que en este todo está estandarizado, en el hospital se puede encontrar una pluralidad de nombres para el mismo productos: “En un lado lo pueden llamar catéter, en otro cánula, o bránula, etc.”
Sirvent ha advertido de la resistencia al cambio de muchos profesionales. Por eso, siempre que se cambie a un producto más eficiente se deberá tener en cuenta la “curva de aprendizaje. Al principio, encontraremos muchas quejas, pero a los dos meses todo el mundo se habrá acostumbrado”. |