Eduardo Díaz-Rubio.
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Redacción. Madrid
Los oncólogos han resaltado el beneficio clínico de los fármacos contra el cáncer como criterio relevante a la hora de fijar su precio por parte de las compañías, y han instado tanto a éstas como a los médicos y a los gerentes de los centros a replantearse las referencias para evaluar el coste-beneficio de los tratamientos, pues las nuevas terapias diana de la biología molecular han llevado consigo importantes avances en este campo.
Así, José Luis Poveda, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria y jefe de Farmacia del Hospital La Fe de Valencia, ha declarado, durante el V Seminario organizado por la Fundación ECO, que la industria farmacéutica “debe poner un coste relacionado con el valor del fármaco”. Desde su punto de vista, “todos los agentes debemos favorecer el acceso a los tratamientos basados en la evidencia: la industria, aplicando un coste a los medicamentos relacionado con su valor; la administración sanitaria, fomentando la transparencia, y el equipo asistencial, potenciando el consenso optimizando los recursos”.
Eduardo Díaz-Rubio, presidente de la Comisión Científica de la Fundación ECO y jefe del Servicio de Oncología del Hospital San Carlos de Madrid, en sus conclusiones ha apuntado que, en los últimos 20 años, ciertos tratamientos han adquirido un alto impacto económico por lo que los oncólogos han de tener un comportamiento ético y social para hacer una Medicina eficiente, dado que manejan recursos de terceros.
Por ello, “el gerente tiene que hacerse más clínico y los oncólogos tenemos que hacernos más gestores para conseguir una Medicina que aporte más beneficios al paciente. El reto es trabajar juntos desde la Oncología, la Farmacia y la Gerencia hospitalaria y hacerlo en equipo, realizando un análisis del valor de los fármacos, pero también de lo que cuesta el proceso de atención global del paciente con cáncer”.
Revolución en los criterios clásicos de evaluación
En otro orden de cosas, en efecto la entrada de nuevos fármacos dirigidos a dianas moleculares precisa de una revolución en los criterios clásicos usados en la evaluación del beneficio. Supervivencia global, disminución del tamaño del tumor, supervivencia libre de progresión, calidad de vida, toxicidad… son algunos de los parámetros que se utilizaban hasta ahora para medir el beneficio clínico. Ahora hace falta complementarlos, tal como se ha puesto de citado seminario, que ha sido coordinado por Antonio Antón, Vicente Guillem y Guillermo López Vivanco, que ha reunido a un centenar de expertos en Oncología entre farmacéuticos, gerentes, representantes de sociedades médicas y los propios oncólogos.
En su intervención, Carlos Camps, presidente de la Fundación ECO y jefe del Servicio del Hospital General de Valencia, ha señalado que existe “una ausencia de referentes de cuánta es la magnitud del beneficio y también de herramientas para evaluar la respuesta y poder medirlo”. Y es ahí donde se han puesto sobre la mesa los distintos puntos de vista, con el objetivo último de mejorar el manejo terapéutico de los pacientes de forma individual.
Según Emilio Esteban, jefe del servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Central de Asturias, “el beneficio no puede ser el mismo cuando hablamos de tumor curable o cuando solo podemos alargar la vida de los pacientes. La reducción del tamaño del tumor ha sido utilizada como medición de respuesta pero, hoy en día, la tecnología nos permite ser más sensibles y podemos realizar una valoración biológica y molecular que tiene repercusiones en la supervivencia”.
La mayoría de asistentes ha coincidido en señalar que, a la hora de definir el beneficio clínico, hay que tener en cuenta que, además de la supervivencia, la calidad de vida es un aspecto muy importante para los pacientes.
Ricardo Herranz.
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Así, se ha incidido en que se debe insistir en el diseño de fármacos con mayor eficacia que la actual y que, además, repercutan en la calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, este parámetro (calidad de vida) necesita de un seguimiento en el tiempo y es difícil de cuantificar. “Requiere una valoración subjetiva del propio paciente basada en su propia experiencia”, ha apuntado Esteban. Según se ha puesto de manifiesto, sí que se está produciendo esta mejora en algunos fármacos, como ocurre en el caso del cáncer de mama donde la supervivencia en un caso con metástasis ha pasado de 18 meses en 2001 a 50 meses en la actualidad.
La importancia del coste
Por su parte, Bartomeu Massuti, jefe de Oncología del Hospital General Universitario de Alicante, ha señalado la necesidad de no olvidar el coste cuando hablamos de beneficios. El oncólogo, experto en cáncer de pulmón, ha indicado que “se necesitan alianzas sociales para determinar cuál es el coste asumible”. El coste en España del cáncer de pulmón, el de mayor mortalidad en hombres y el segundo en el caso de las mujeres, es solo de cinco euros por ciudadano.
Durante el seminario también se ha expuesto el papel de la Gerencia hospitalaria en el beneficio clínico. Ricardo Herranz, director gerente del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha señalado que el oncólogo es quien asigna recursos por lo que “toma decisiones de gestión. Es el protagonista asistencial y busca el beneficio clínico para el paciente. Sin embargo, debemos hacer hincapié en integrar los procesos oncológicos en la organización asistencial hospitalaria, con una transición precoz de la Oncología a la Medicina Paliativa en Consulta Externa, para conseguir una reducción de la penalidad para los pacientes y de los costes de terapias fútiles al final de la vida”.
Y es precisamente cuando se habla de costes cuando los oncólogos ven importante, además de generar alianzas sociales para determinarlo, que se tenga en cuenta el valor del fármaco y no sólo el coste de su desarrollo.
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