F. E. Madrid
Para conseguir el éxito con la estrategia de control del ritmo en fibrilación auricular (FA), la mayoría de las veces es necesario el uso de antiarrítmicos. Sin embargo, este grupo de fármacos tiene limitaciones importantes tanto en lo referente a la eficacia como a la seguridad, según un artículo firmado por Jesús Berjón, cardiólogo del Complejo Hospitalario de Navarra, publicado en el último número del Boletín de Información Terapéutica de Navarra.
Jesús Berjón.
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Los principales fármacos, ordenados de mayor a menor eficacia, son, según este experto, amiodarona, antiarrítmicos del grupo IB (flecainida y propafenona), sotalol y, por último, dronedarona.
“Respecto a la seguridad, la amiodarona es el único que puede utilizarse en presencia de cardiopatía estructural significativa, pero es el que presenta más frecuencia de efectos adversos que obligan a su retirada”, agrega Berjón, mientras que respecto a la dronedarona, señala que “no supone un avance importante en el manejo de la FA debido a su baja eficacia en mantener el ritmo sinusal, su beneficio clínico poco relevante, sus efectos adversos y problemas de seguridad no bien aclarados”. Por otra parte, la flecainida y la propafenona, argumenta, no deben utilizarse en presencia de cardiopatía isquémica o cardiopatía estructural significativa.
“Comparados con placebo, todos presentan mayor frecuencia de efectos adversos que llevan a la suspensión del fármaco y todos, excepto la amiodarona y la propafenona, han presentado acción pro arritmogénica en los estudios de pacientes con FA. No está claro si sus beneficios a largo plazo superan a sus riesgos”, asegura el experto.
Por tanto, “la eficacia de los antiarrítmicos es limitada y su uso no está exento de efectos adversos que en ocasiones pueden ser graves. Es importante elegir el fármaco más apropiado según las características del paciente y vigilar los efectos adversos”, agrega.
En las conclusiones del trabajo, Berjón afirma que la elección de la estrategia de control del ritmo debiera estar basada en la eficacia del control de frecuencia cardiaca (síntomas y mal control de frecuencia), la edad más joven, la identificación de pacientes con bajo riego de recurrencia de la FA y la presencia de FA secundaria a proceso reversible. Además, “en la elección de la estrategia de control del ritmo hay que tener en cuenta los efectos adversos de los antiarrítmicos, ser cuidadosos en la elección del más adecuado y seleccionar bien al candidato a ablación”.
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